Gibran Hernández
La nueva trova fue una expresión única de la izquierda latinoamericana, en particular de la nueva trova cubana nacida de la revolución de 1959, sin embargo fue decayendo tanto del gusto popular como en sus temas, cada nueva generación de autores de canciones estuvo menos y menos interesada en abordar temas importantes y sociales y cada vez más enfocada en el individualismo, en el cutre romanticismo cursi, el lugar común y la búsqueda de la fama y fortuna. Nada quedó de las antiguas generaciones de compositores de protesta y de sus complejas armonías, arpegios y búsqueda estética.
Es por ello que ante el despojo de esa expresión cultural de la izquierda nace la necesidad de una nueva canción que retome la estafeta abandonada de la canción de crítica social y hoy propongo la canción filosófica, que además integra un nuevo lenguaje poético y sonoro, abrevando de nuevas fuentes musicales y literarias, incluyendo por ejemplo el uso del lenguaje filosófico y científico como inspiración para la poesía, renovando con ello la tradición y llevándola al siglo XXI, pues es necesario que exista una crónica musical y poética de los tiempos convulsos y de cambio que vivimos en Latinoamérica y el mundo. Hoy más que nunca es necesaria ante el monopolio mediático del neoliberalismo en el arte. En particular la música ha sufrido sus embates con mayor encono: lo que suena en medios es cada vez más ruido y cada vez menos canción. Se ha sustituido al cantante por la afinación digital, a la metáfora por la vulgaridad y a los instrumentos por el plagio de viejos sonidos o por programaciones mediocres de rítmicas repetitivas y taladrantes.
Propongo entonces reivindicar a la guitarra y la voz reales, a la creatividad, al discurso político, pero también al epistémico, a la búsqueda de la universalidad y la trascendencia, a la belleza a través del lenguaje, de la metáfora, la metonimia, la analogía, la rima, el ritmo, el acento preciso. La búsqueda del perfeccionamiento inacabable del músico, de buscar un canto mejor, una melodía más colorida, una armonía más estructurada.
Quede pues manifiesto éste llamado a la toma del escenario por parte del autor de izquierda sin temor a tomar partido por las causas justas, contra las injusticias, contra las incongruencias, la farsa, la simulación y la mentira, contra la miseria sonora que nos ofrece el mercantilismo decimos basta y confrontamos nuestro sonido y nuestra palabra.
¡Viva la canción filosófica!
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