“Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, y si no se triunfa, es culpa suya. “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”.
Byung-Chul Han
El reciente caso de explotación laboral en el lujoso y celebrado restaurante PUJOL ha destapado a la luz pública una cloaca de ilegalidad detrás del estatus y el glamour por el que tantos aspiracionales suspiran, pero a su vez también ha mostrado la alienación masoquista de éstos últimos.
Es increíble cómo a la par de la comprensible indignación al respecto también existe una rabiosa defensa de esas condiciones abusivas que ha tenido el valor de denunciar una aspirante a chef, su relato de los hechos es tab bueno que hasta uno se siente ahí, con ganas de discutir acaloradamente con la capataz que les dice con orgullo en lugar de vergüenza que se olviden de su familia y personas por tener el grandísimo privilegio de ser explotados por un salario miserable.
Esperemos que pronto la secretaría del trabajo multe como corresponde a ese establecimiento y a cualquier otro que no respete las leyes laborales y que regularicen las jornadas, los salarios, las condiciones y el trato a los empleados.
Pero también sería deseable que alguien les explique a los alienados y a los que carecen de la humanidad y empatía para entender algo tan sencillo como que dichas condiciones son inadmisibles e indignas para cualquiera y que por decencia nadie debería sentir prestigio u orgullo alguno por consumir en un lugar así, ni mucho menos defender esa mentalidad esclavista y criminal que han ido no sólo normalizando, sino romantizando en los empleos, creyendo que entre más se autoexploten y más abusos toleren, más están logrando en la vida.
Es increíble que tenga que escribir éstas líneas pero hoy día tenemos que hacer un esfuerzo colectivo por desterrar la mentalidad absurda de que un empleo es una oportunidad y que tanto el individuo como su fuerza laboral no valen nada, es sumamente contradictorio que en ese culto que le rinden al narcisismo en la sociedad de consumo al mismo tiempo promuevan el desprecio total a la empatía, a la ley, al valor del trabajo, y a la libertad (que tanto les encanta reducir sólo al mercantilismo) de tener una vida plena más allá del trabajo, que sólo es un medio para subsistir, no la vida en sí.
Afortunadamente no son mayoría en la ciudadanía pero sí lo son desgraciadamente entre empleadores y empresarios que han generado y mantenido esa cultura laboral nefasta que encima de todo ni siquiera implica excelencia, ni productividad, sino todo lo contrario: está más que demostrado que si debes quedarte horas extras en el trabajo es porque los procesos no son eficientes.
Más que modernidad es todo lo contrario, una mentalidad de capataces de las espantosas haciendas con sus tiendas de raya, o de los esclavistas algodoneros, donde ven al empleado no como un ser humano, sino como incluso menos importante que los productos o las herramientas.
Pero afortunadamente, ya se les acabó la impunidad y el poder absoluto.
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