Desde que se ganaron las elecciones en 2018 no ha cesado el bombardeo mediático en contra de la transición y las políticas que implemente la cuarta transformación.
Pero más allá de ésto siempre ha existido en nuestro país una pigmentocracia clasista que persiste pese a los esfuerzos por denunciarla y erradicarla de la cultura y la idiosincrasia: seamos honestos, no ha sucedido aún. Sin embargo sí que la ciudadanía ya empieza a cuestionarla, sobretodo los jóvenes a través de parodias, burlas, memes y comentarios en redes sociales. De eso surgió el término whitexican como una crítica a los mexicanos de clase alta y etnicidad más cercana a lo caucásico que viven en una burbuja de privilegios totalmente ajena a la realidad social nacional.
De ahí surgen casi todas las celebridades mexicanas, los galardonados, los potentados y parte de la clase política, la farándula y los intelectuales de la derecha, algunos de la izquierda que tienen a bien reconocer sus privilegios de clase, pero en su mayoría ni siquiera se los cuestionan. Michel Franco es una representación cabal de esa minoría pues en su cine representa únicamente la visión estrecha de su mundo, para él el sufrimiento de los otros existe pero no le interesa ahondar en él, piensa que su clase es de gente buena que sufre y siente, que es bondadosa y bien intencionada, mientras que ve a los demás prácticamente como nobles salvajes a su servicio que fácilmente son manipulados por sus bajas pasiones. Al menos así lo expresa en su película más reciente, Nuevo Orden, en la que deja claro que jamás se ha tomado la molestia de profundizar en los problemas políticos y sociales de México fuera de su entorno inmediato. Sus otras obras hablan del incesto, prácticamente glorificándolo y del sufrimiento terrible de lo cotidiano, las tragedias personales de la clase alta como lo más humano posible.
Es probable que no sea una mala persona, pero sí es un ignorante pleno de arrogancia que no ha querido ver más allá de lo que le rodea y encima quiere decirnos que las cosas están bien, que nos quejamos por la pobreza pero si protestamos al respecto vamos a destruir el mundo y se instaurará una dictadura militar criminal. Vaya estupidez. No se ha enterado de que pacífica, democrática e intelectualmente hemos conseguido un cambio trascendental para nuestro país y pese a todo vamos con un rumbo muy claro de responsabilidad social, recaudación fiscal y combate a la corrupción sin precedentes, todo sin disparar un solo tiro, sin romper ninguna ventana, sin nada de las pueriles pesadillas que expresa en su cinta y que igualmente temen personajes tan ridículos como Gilberto Lozano o sus aliados los Ferriz.
Alguien infórmele a él y a todos los que piensan como él que los proletarios en su mayoría son gente trabajadora incansable tratando de salir adelante y manteniendo el país funcionando, que sus hijos hemos estudiado en las universidades públicas y construimos el futuro político del país, que hacemos arte que no está subsidiado ni tiene mecenazgos familiares o de clase pero propone mucho más y mejor que el de su clase y que lejos de querer ir a asaltar sus mansiones o darles una paliza simplemente exigimos que nos respeten como ciudadanos y que respeten las leyes, que los educamos con humor todos los días en Internet pues insisten en hacer el ridículo manteniendo sus prejuicios. Sí, quizá él no sea el típico mirrey alcoholizado manejando a alta velocidad en las noches y con prepotencia golpeando a quien le apetece, seguro de que sus guardaespaldas lo protegerán, pero no es muy diferente al agredir de semejante manera a la clase obrera y mestiza con su bodrio. Y los que lo han premiado, vaya que son mentecatos.
Por eso es que celebramos que ya no se vayan a financiar esas películas con nuestros impuestos al fin.
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