Como muchos internautas dedico tiempo de ocio a ver contenidos de entretenimiento y entre los creadores he notado una tendencia al pensamiento de derechas en muchos de ellos, sobretodo aquellos que se asumen intelectuales o tienen formación académica que de hecho hacen un contenido bastante aceptable y consumible, pero siempre me quedaba con el resquemor de que entre lo que analizan, resumen o comentan invariablemente hay golpeteo político en contra de lo que entienden por izquierda, progresismo, tolerancia, etcétera.
Por su parte los que se asumen de izquierda son más variopintos, muy claros eso sí con sus convicciones políticas: raro es el que no se asume como simpatizante de lo colectivo, de la inclusión, de la tolerancia, etcétera. Obviamente no por ésto están exentos de carencias de todo tipo y errores, al fin y al cabo tener una tendencia política, moral o filosófica no significa que uno inmediatamente tenga criterio, formación, comprensión y soluciones adecuadas a todo problema humano.
No obstante, los creadores de tendencias más conservadoras suelen a menudo hacer juicios de valor en términos absolutos: una de sus frases típicas cuando sueltan algún prejuicio o una idea tajante poco fundamentada es decir que son "hechos y lógica", como si ya no debiera debatirse ese punto, más que nada porque son sus convicciones, tales como el utilitarismo, el mercantilismo, los "valores universales" y demás cosas que ya conocemos consideran inamovibles e incuestionables por lo general.
A pesar de mi postura que saben es de izquierda tampoco eso significa que estoy de acuerdo con todas las posiciones políticas, filosóficas y morales en el espectro: es una de las características de las izquierdas no ser monolíticas, tener disenso y discusión permanente. Afortunadamente tenemos cierta unidad en temas fundamentales pero en otros es claro que nunca llegaremos a un consenso, pero eso es lo que más vale la pena del pensamiento revolucionario y colectivista: que seguimos construyendo el conocimiento y el discurso, adaptándonos a los nuevos escenarios y circunstancias en lugar de pretender mantenerlos rígidos y sin innovación.
Lo que intento aquí es tender un puente de diálogo y a su vez hacer una crítica constructiva: reconozco que hay pensadores en la derecha y que como seres humanos tienen creatividad también y defienden su postura con las herramientas a su disposición, generan contenidos entretenidos e interesantes, pero mi problema con ésto es que así como ellos ven indoctrinación "comunista", "progre" y demás miedos o prejuicios que tienen contra las izquierdas en los medios, artes y entretenimiento, no ven que igualmente ellos hacen lo propio, a veces descaradamente su discurso es propaganda en la que deshumanizan totalmente a los adversarios, reales o imaginarios, exageran, magnifican, demonizan, etcétera.
Los hay desde los más moderados que a mi parecer son los más aceptables y con los que se puede dialogar hasta los más intransigentes que ni siquiera los primeros pueden aceptar, por ejemplo aquellos que abiertamente son racistas, clasistas, fanáticos religiosos, violentos y peligrosos. Por supuesto en las izquierdas tenemos personajes análogos y creo que somos los primeros en deslindarnos de los mismos y marcarles el alto: la construcción de un mundo mejor no puede ser a través de la violencia: eso ya se ha intentado infinidad de veces y ha fracasado miserablemente, trayendo desgracias, sufrimientos, horrores e ideologías insostenibles que aún siguen vivas en cada individuo frustrado y cobarde, en cada antisocial, en cada enfermo mental peligroso y me parece que es de sentido común mantenerlos a raya, marcarles un alto con el poder del estado y de la colectividad.
Seamos honestos: nunca vamos a ponernos de acuerdo derechas e izquierdas, eso es evidente, prácticamente es la historia de la humanidad una lucha perenne de ideas, ideales, prácticas y creencias entre los seres humanos, pero, pienso que podemos convivir en relativa armonía y discutir, pelear posiciones en las urnas, en los debates, en la sociedad, proponiendo y generando consensos en la medida de lo posible. Es lo más saludable aceptar que no es sensato ni útil creer que destruir o prohibir al otro va a erradicar el pensamiento y las tendencias de cada uno: ya lo han intentado los regímenes más totalitarios y lo único que logran a largo plazo es su propia destrucción, oprobio y repudio.
Tampoco es viable esa idea pueril que plantean algunos ignorantes de negar que existen desde siempre diferentes visiones de la sociedad ideal, que podríamos resumir en individualismo y colectivismo, más su infinidad de matices, a lo más existen los centristas pero siempre tienden a una u otra parte del espectro ideológico, ni siquiera es posible del todo la moderación absoluta y el justo medio, siendo realistas.
¿Por qué no buscar entonces, entre los que somos más pragmáticos y menos radicales, puntos de acuerdo, siempre que sea posible y buscar lo más que se pueda el equilibrio entre el bienestar social y las libertades individuales? ¿Por qué no dejar de empantanar todas las discusiones importantes dándoles más importancia a los supuestos radicales que a fin de cuentas ni siquiera participan activamente de la constitución del estado, ni de las leyes? En el caso de los funcionarios, por supuesto, las clases productivas terminan siendo rehenes de sus discursos incendiarios porque también existe en todos nosotros el ser primitivo, visceral y emocional que se enardece por pasiones antes que por razonamientos, al cuál apelan con frases cortas, soluciones fáciles pero falsas, demagogia y promesas grandilocuentes, pero huecas.
Con sus problemas y carencias algunos países pequeños que han consolidado un estado de bienestar fuerte con una democracia participativa y muy variopinta han logrado más o menos tener gobiernos de una u otra tendencia y congresos con participación de todas las tendencias políticas sin llegar a las polarizaciones que estamos viendo se generan en América Latina. Planteo todo ésto porque el adversario político muchas veces es un familiar, un compañero de trabajo, un amigo, etcétera: piensen mis estimados radicales que lleguen a leer ésto que están planteando muchas veces la destrucción no solo de seres humanos, sino de cercanos, seres queridos, personas útiles y necesarias para la sociedad.
No sé ustedes, pero yo ya no idealizo más un mundo unipolar con un pensamiento uniforme y homogéneo: ahí nadie estaría realmente pensando y la vida sería gris, por más que la idealicen sin conflictos, tampoco tendría ninguna gracia. Un adversario digno te insta a mejorar tus argumentos, tu visión y a plantear mejores ideas para convencerle, si no a él, a los demás: es muy satisfactorio lograr que se ponga de tu parte racionalmente y por convicción alguien, mucho más que obligarle.
Es sólo un humilde planteamiento que se me ocurre tras tantos años de confrontación política, pueden tomarlo o dejarlo, no pasa nada, la idea no es que se pasen al bando contrario, sino que reconsideren lo estéril que sería no tener diferencias que nos enriquezcan en todos los sentidos. Como ya dije, ni siquiera entre las izquierdas y las derechas en sí hay uniformidades y consensos.
Eso sí: entre personas inteligentes donde no se lancen puras descalificaciones y falsedades. Esos son cretinos con independencia de su filiación e ideas. Y de la misma forma los criminales.
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