Desde que empezó el trabajo de la UIF investigando todos los fraudes, lavados de dinero, desvíos y demás delitos no han parado las órdenes de aprehensión y lo que ha destapado es una cultura delincuencial en la que están involucrados tanto políticos como personajes de la farándula e incluso supuestos investigadores de instituciones educativas.
Todo ésto no habría sido posible sin el cambio de régimen: la corrupción también es una nefasta cultura de la que participan prácticamente todos los sectores de la sociedad y desgraciadamente ha permeado hasta en las formas de conducirse y pensar si no de todos de una parte importante de la ciudadanía, de otra manera no se explica el nivel de impunidad y crimen que imperó a sus anchas durante tanto tiempo.
Lo que me llama la atención es que sin excepción cada vez que es vinculado a proceso algún delincuente y se exhiben las pruebas de sus delitos financieros tanto los mismos involucrados como los opositores de derecha tienen el descaro de indignarse, lloriquear y gritar a los cuatro vientos que es una persecución política por venganza de la izquierda, aún cuando existan evidencias de desvíos de miles de millones de pesos, aun cuando sus lujos y presunción de los mismos no correspondan en lo absoluto con sus ingresos como funcionarios, supuestos artistas o dizque investigadores.
Ya he hecho varios artículos porque lo que más sorprende de éstos tipos es su cinismo, que tengan la desvergüenza de victimizarse cuando los agarran prácticamente con el dinero en las manos, pero es que así son precisamente los delincuentes: vean cuando atrapan a cualquier ladronzuelo de colectivos y les dan su merecido los ciudadanos indignados y valientes cómo lloran, imploran piedad, fingen demencia, justo cuando segundos antes golpeaban e insultaban cobardemente a civiles desarmados para robarles sus pocas pertenencias que con tanto esfuerzo adquieren.
Hago ésta comparación precisamente porque al igual que en esos casos nunca falta quién se conduele de los ladrones y cobardes asesinos pidiendo que ya no les den lo que merecen, sin ver que esos mismos tipos cuando tienen las de ganar no dudan en acabar con la vida de cualquier ser humano indefenso e inocente por unos míseros pesos, un celular usado que cambiarán por dos dosis de droga, etcétera.
Por esa misma razón hay que tener siempre presente el cinismo de los delincuentes y no olvidarlo: ningunas lágrimas de cocodrilo deben convencer a nadie de que aquellos que se roban descaradamente el patrimonio nacional para darse lujos de faraón son verdaderas, ni que son inocentes, ni están siendo perseguidos. Son vulgares ladrones con acceso a más bienes que robar y nada más.
Hay que perseguirlos con todo el peso de la ley y la ciudadanía a su vez debe repudiarlos, porque debemos extirpar de la cultura nacional la impunidad, la corrupción y el delito.
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