Siendo críticos de las propias convicciones es fácil pensar que para ser de izquierda hay que ser muy necio y muy tonto: ¿qué beneficios nos trae personalmente defender convicciones que no nos dan dinero, fama, fortuna, poder, ni nos aseguran nada a nivel individual? Es lo que piensa mucha gente, no sólo de derecha, sino ciudadanos no politizados que consideran no sin algo de razón que defendemos a políticos a los que no les interesa nuestra persona particular, ni siquiera en lo general y que muchas de sus promesas de campaña son huecas o simplemente no son capaces de cumplirlas, que buscan sus satisfacer sus ambiciones de poder, dinero, impunidad, etcétera. Este razonamiento aparentemente funciona si uno cree que pensar en sí mismo es suficiente y lo ideal pues incluso a nivel histórico podríamos creer que somos insignificantes y nada de lo que hagamos con nuestras vidas incidirá de ninguna forma en el tiempo, pero ya podemos observar lo que por ejemplo ha hecho ese p...